El Toro
LA GANADERIA – Libre Opinión. Haciendo trampas al solitario
sobre Pallarés, Cuadri y Los Maños en Las Ventas)
Por Mundotoro
Javier Jiménez, redactor jefe de Mundotoro, ha escrito un artículo inusitado sobre los problemas específicos de la Plaza de Madrid con respecto al toro que se lidia en su ruedo. Inusitado porque todos, buenos aficionados, periodistas solventes y profesionales del toreo, responden con un cauto silencio a la necia inquisición sufrida por el toro en Madrid, de la que son culpables tanto la amplia minoría de aficionados toristas, fuertes en su bastión de Las Ventas, como los sumisos veterinarios de la plaza a su servicio. Y excelente porque es infrecuente que un texto corto -así lo exige la comunicación digital- diga tanto. Su lectura resulta tan provechosa que nos impulsa a ofrecerla a los lectores de entretoros. Pasen y lean:
Haciendo trampas al solitario
El peor de los engaños es el auto engaño. Hacer trampas al solitario. Una vez alguien se le ocurrió eso de los “encastes minoritarios” y eso de que Madrid debería recuperarlos. Darles visibilidad. El eufemismo/trampa de “encaste minoritario” tiene el recorrido tan corto que, al chocar la realidad, no hace otra cosa que refirmar que son minoritarios. Y la realidad con la que chocan tiene dos claras evidencias. Una el peso, tamaño y volumen que se exige al toro de hoy y más en Madrid. Otra, que esos encastes denominados minoritarios, lo son por alguna razón derivada de no adecuarse al toreo exigente de este tiempo. Las ganaderías de Pallarés, Los Maños y Cuadri, asociadas a este domingo de Las Ventas, ejemplifican esta cruda realidad.
La realidad es que una ganadería que trata de recobrar el fuste de calidad y bravura de lo de santacoloma asociado a saltillo, Los Maños, lo tiene casi imposible para lidiar en Madrid una corrida completa. A no ser que el ganadero busque ex profeso tamaño para Madrid, con lo todo lo que ello implica en tipología y seña de identidad, será muy difícil que lidie una corrida completa. Por tanto, no es que nadie desee que no lidie, sino que deseando que lidie, normativamente es imposible. Normativamente y algo más. Porque quienes demandan este toro, son los máximos aliados de esa normativa que los deja fuera. Una contradicción fruto de hacerse trampas jugando al solitario.
Los toros de Pallarés salvaron el fielato del reconocimiento, para ser procesados dos en el ruedo por su presencia. Mal asunto, agravada porque la bravura de clase del primero no se tuvo en cuenta y sólo fue pasto de la norma de los puyazos, de ese espectáculo para ponerlo de largo, de los mil capotazos, de la puya y del caballo gigantes e hirientes. Todo contra el toro a la vez que se dice y se afirma que se va a favor del toro. Justo al revés que los toros de Cuadri.
Tres toros de bravura grande en el primer tercio, acudiendo de lejos y pronto al caballo sin rehusar o irse al sentir el hierro nunca. Pero, a partir de ahí, toros sin un pase. Y aquí volvemos a hacernos trampas al solitario. Hay una minoría de público que acepta ese tercio como suficiente para su afición y satisfacción. Pero no la gran mayoría. Solo el esfuerzo reiterado de Adrián de Torres, quieto y firme con una tauromaquia para el toro de buena embestida frente al toro de peligro evidente. Un intento de veinte pases de exposición con sus treinta avisos de cornada. Una forma de torear de 2023 frente a una condición del toro de hace 100 años.
Los tres toros de Cuadri tienen sentido completo si frente a su condición anacrónica en la muleta, se admite un toreo a su justa medida. No el toreo escolástico actual de distancia, sitio, altura, toque…sino el toreo sobre las piernas y sobre los brazos, el de quitarse y ponerse de forma gallarda, el de machetear, el de andarles… el toreo que ya nadie admite. Un toreo descatalogado de las escuelas, descatalogado del ADN del aficionado y de los públicos. Una cuestión nada pueril que, sumados a los eufemismos y contradicciones anteriores, hacen que las propuestas de cierto tipo de espectáculos en Las Ventas y en donde sea, carezcan de la grandeza, el interés y la medida justa que merecen. Si no se cambian estas cuestiones, seguiremos llamando encastes minoritarios a lo que embiste y bien, Los Maños, y al toro de nula condición estética en la muleta. Los igualamos sin ser iguales. Y si uno no pasa el reconocimiento y el otro no sirve para el toreo, no es que sean encastes minoritarios. Es que no son nada.