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La Lidia

LA LIDIA EXAMEN – Las orejas, ¿Un trofeo subjetivo?

Fotos Plaza 1/ ALFREDO ARÉVALO
Las orejas, ¿un trofeo subjetivo?

Por José Carlos Arévalo

El “ole” colectivo, unánime, surgido por conexión espontánea en miles de gargantas a la vez, sin batuta que lo ordene, con un comienzo y una duración exactos a la suerte que lo provoca, es la única respuesta inapelable al toreo. El resto, juicios, comentarios, premios, más o menos. 

Por ejemplo, los pañuelos blancos son cada vez menos indicativos, porque mucha gente ya no usa pañuelo sino clines, y los presidentes deben interpretar el número de aficionados entusiasmados… sin moquero.  De modo que la plaza puede expresar un sentir mayoritario sin  que haya mayoría de pañuelos, lo que introduce en un premio avalado por la objetividad colectiva un elemento subjetivo, el juicio del presidente.

El presidente es muy importante para el mantenimiento ético y artístico de la corrida, misión que cumple gracias al respeto de todos los actores de la corrida, quienes lo aceptan porque también saben que es el garante de los derechos del torero, del toro, de la empresa y del público.

Es muy difícil que el juicio del presidente, por buen aficionado que sea, iguale la objetividad del “ole”. Este vocablo, a medio camino entre el grito y la palabra, es inatacable por su unanimidad. Lo que sí resulta exigible al Usía es que sea un buen aficionado para que sus subjetivos juicios no pesen sobre sus decisiones. En la novillada del jueves en Madrid negó la oreja al novillero Jorge Martínez, que acababa de hacer un excelso toreo de muleta, comparable al de las más grandes faenas que los maestros han hecho este año en Las Ventas. Pienso que una gran mayoría de pañuelos solicitó la oreja, pero él pudo no ver la mayoría que vi yo. Entonces, a su rigor o error contable tendría que haberlo sustituido la sensibilidad del buen aficionado. Sería conveniente que en una plaza donde al toro, al torero, a la empresa y al público se les exige tanto, los presidentes no fueran una panda de burócratas reglamentaristas y de aficionados analfabetos.        

Negar la oreja a la faena de Jorge Martínez fue injusto y una majadería de tomo y lomo.

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