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PAMPLONA – FERIA DE SAN FERMÍN, Gran triunfo de Isaac Fonseca y gran toreo de Jorge Martínez

Estas líneas no son una crítica de toros. Son un comentario, muy subjetivo, de un aficionado a los toros. Y lo voy a resumir cuanto pueda:

Me gustó Fonseca. Estuvo como debe estar un joven torero con ansias de gloria. Se acopló con el capote a novillos-toros de difícil acople inicial. Se la jugó con gallardía, espectacularidad y verdad. Y llegó su estar y su torear hasta la última fila de la andanada. Cortó dos orejas a su primero, pero la faena era de una. Le favoreció que el presidente concediera la vuelta al ruedo a un novillo bravo, “Soñador”, que como dicen en su tierra era arrastre lento, pero no de vuelta al ruedo. Y a su segundo le cortó otras dos porque las pidió el público soberano y porque el presidente le hizo caso. Pero la estocada fue de oreja, aunque la faena, no. Yo me alegro de la vital generosidad de la plaza. En el toreo hacen falta jóvenes con el talante de este mexicano.

Si yo fuera un taurino, apoderaba ahora mismo a Jorge Martínez. Porque hizo lo más difícil que se puede hacer en el toreo: cambiar a un toro, convertir el genio defensivo en casta ofensiva, la violencia desordenada en embestidas templadas y obedientes, y hacer ese acto de magia toreando por naturales de un trazo soberano. En su primero estuvo valiente y amontonó pases. Y a los dos los malmató como un pinchauvas. Pero qué buen torero, amigos aficionados.

Otro torero de buen corte y valor es Alvaro Alarcón. Me hubiera gustado haberle visto con menos ganas de triunfar y más ganas de torear. No es que no quisiera torear, es que tenía que haber toreado menos, mucho menos. Porque sus dos novillos eran dos cabrones y su misión era despreciarlos, bregarlos con suficiencia, zurrarlos con la muleta y al que no le guste que se aguante. Pero este novillero, que es muy buen torero, amontonó pases y pases en dos faenas interminables para que nadie dude de que quiere ser gente. Lamento tan antipáticas líneas dedicadas a un buen torero que sí, que va a ser gente.

Los novillos navarros de Pincha me interesaron. Para que salgan bravos como los dos primeros, hay que correr el riesgo de que salgan unas prendas bravuconas como los cuatro últimos. Yo, en su caso, invitaba a cenar a los tres novilleros al mejor restaurante. Defendieron la novillada como héroes. Y eso siempre debe tener premio.

Ah, en la plaza, un entradón y mucha gente joven. ¡Viva San Fermín!

José Carlos Arévalo.    

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