PAMPLONA – Roca Rey, por verónicas… y por naturales

A Roca Rey lo han televisado en Sevilla, Madrid y alguna más que no recuerdo. Ahora, en Pamplona, dos tardes. Y no se quema. Porque no se puede quemar. Porque el arte no se puede quemar. Y sí, digo arte. Un trazo purísimo, basado en el valor y la maestría. ¿Qué iba a hacer hoy el limeño después de los pases cambiados de rodillas al vibrante melocotón de Núñez del Cuvillo? Pues lo que nadie esperaba, torear con arte a la verónica, con quietud, con embriaguez, con regusto torero. ¿Con arte a la verónica? Sí, con arte.

Y luego torear con arte por naturales, con mano baja, muleta arrastrada y trazo largo y hondo. ¿Con arte por naturales? Sí, con arte. Diciendo el toreo con belleza y haciéndolo con maestría, la necesaria para transformar a un toro bravo y vivaz en un toro sumiso y sedoso. Sí, con la mano izquierda y toreando muy despacio.

Y vamos a poner las cosas claras, señores amantes del pasado y desmitificadores del presente. Porque este joven maestro le ha armado semejante lío a un toro cinqueño, con dos pitones impresionantes y 570 kilos sobre los lomos.

Ya está bien de cuentos, a tirar de filmoteca, a enseñar los toros de los años de la década prodigiosa en esta misma plaza y a poner las cosas en su sitio. En el sitio de la verdad en que se están poniendo los toreros. Falta hace un reconocimiento solvente y merecido al toreo que disfrutamos en estos tiempos de sistemático desprestigio de la tauromaquia.

Por cierto, a este toro le dieron una injusta vuelta al ruedo. La mereció más el primero de la tarde, con el que Perera, en maestro, cuajó una buena actuación merecedora de mayor premio que el de una oreja. Otra cortó al cuarto, por otra buena faena. Su actuación, muy sólida, mereció la Puerta Grande que compartió con Roca Rey. No les pudo acompañar Paco Ureña, que cortó una oreja al quinto toro, tan deslucido como el primero de su lote. 

Me gustó la corrida de Victoriano del Rio. Me gustaron el 1º y el 3º, pero todos, hasta los más deslucidos, tenían ese toque de distinción que desprenden las ganaderías bravas con clase.

José Carlos Arévalo.