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ACTUALIDAD – En el mes de las novilladas

 por José Carlos Arévalo

Hace ya muchos años el ocio taurino estaba bien programado. Las plazas de temporada –había varias de 1ª- su temporada grande -corridas de toros- y su temporada chica –novilladas-. Por supuesto, las novilladas llevaban mucha menos gente a la plaza, pero aunque todos los novilleros cobraban había dinero para todos –no en todas las plazas, eso es cierto- y además el montaje de una novillada costaba mucho menos y las administraciones públicas eran mucho menos burocráticas y represivas que ahora. Balañá anunciaba una novillada ¡o una corrida! en el quinto toro, incluso para tres días después. Y cumplía siempre. 

¿Había más afición que ahora? No estoy seguro. Lo que tengo claro es que la gente estaba muy informada. En Madrid, donde yo vívía, los aficionados nos sabíamos de memoria a los novilleros que aún no habían toreado en Las Ventas. No hacía falta bichear mucho la prensa. Con las dos penúltimas páginas de La Hoja del Lunesbastaba y sobraba. Pero también teníamos Dígame, El Ruedo, El Burladero… Luego, el ocio fue cambiando, pocos se quedaban en la ciudad durante los fines de semana, los mandarines de la crítica, viejos y jóvenes, empezaron a decir que esto era una estafa, que no había toros, que los toreros eran una banda de tunantes, y se conoce que sus jefes empezaron a hacerles caso porque poco a poco las secciones taurinas se fueron empequeñeciendo, los programas de radio se trasladaron a la madrugada o a ninguna parte, las corridas dejaron de televisarse en abierto, y las novilladas, vivero de la Fiesta, se convirtieron en la ruina del chiringuito. La última década en la que anduvo animado el cotarro novilleril fue la de los 90 del siglo pasado. Tela.

Pero este año se ha movido un pelín la cosa. Las Instituciones gobernadas por la derecha han subvencionado algunos ciclos de novilladas, mal programados y sin argumento que motivara a la gente. Pero algunos novilleros han empezado a sonar, algunos empresarios les han dado sitio, y en este mes de septiembre se dejarán ver más: es el mes de las novilladas y algunos pueblos muy taurinos celebran sus fiestas estas semanas con ferias novilleriles muy interesantes. 

¿Nos podemos conformar con este pequeño repunte septembrino? En absoluto. Es bueno porque es lo que hay, ¿pero quién puede capitalizar éxitos un mes antes de que se cierre la temporada? La Fiesta está desestructurada desde sus cimientos. ¿Pero, saben ustedes de alguien, empresa taurina o Comunidad Autónoma, que haya encargado un estudio a un equipo de expertos sobre la manera de solucionar el problema?. Yo tampoco. 

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