El Ojo Crítico
EL OJO CRÍTICO – ¿Otoño sin tele?
por José Carlos Arévalo
La tele importa a la tauromaquia. Y mucho. En esta sociedad que ha trasladado la vida real a un universo virtual, lo que no existe en la tele o en la redes, no existe. Por ejemplo, fíjense en este apasionante septiembre de la temporada, con desigualdades de asistencia a las plazas, pero con un balance bastante bueno en su conjunto; con triunfos apabullantes de los toreros importantes Roca Rey, Morante, Luque, El Juli, Rufo, Urdiales, Y una lista afortunadamente larga de buenos toreros en racha. Y sin embargo, no importa, porque la gente, eso que informativamente llamamos “opinión”, no se ha enterado. Sí, se han enterado los aficionados, que se enteran de todo aunque estén veraneando en el polo, pues en el polo también se leen las redes. Pero la gente, que también importa, ni puta idea. Y es que el toreo no ha sido prohibido, pero sí silenciado… hasta que se “prohiba” por sí solo.
¿Estoy depre? En absoluto. Pero estoy cabreado. Por supuesto, desconozco los avatares de la negociación entre Canal Toros y Plaza 1. He leído a Acevedo y dice que la tele ha ofrecido lo de siempre. No entiendo nada. Y me preocupa que los aficionados, los que están suscritos al Canal, se queden con un palmo de narices. Y eso no es bueno. Debemos tomar conciencia de que la tauromaquia vive hoy en un gueto. En un gueto inmenso, como lo han demostrado los aforos, bastante buenos, de las ferias septembrinas. Pero el gueto hay que cuidarlo. Por lo menos hasta el día en que la Fiesta empiece a programarse con criterios que respeten el calendario tradicional del toreo –las ferias, para entendernos-, pero con nuevos valores añadidos que sepan articular la competencia entre toreros con otros criterios más estimulantes, los precisos para que los medios informativos se vean obligados, lo quieran o no, a descubrir que las corridas de toros son el mayor espectáculo del mundo, afirmación que ahora los dejará perplejos. Pero más perplejos les dejaría saber que, por ejemplo quien suscribe, ha visto los acontecimientos artísticos más importantes de este año –y me refiero a todos los géneros, a todas las artes- en dos o tres plazas de toros. Pero los ha visto en la televisión de pago para los aficionados del gueto. Antes, esas creaciones extraordinarias conmovían al país entero, y el que no las veía en la plaza, las leía en los periódicos, las oía en la radio y las veía en la tele. Por eso, en este tiempo nuevo, cuando la gente se ha ido a vivir a la realidad virtual, Canal Toros y las empresas taurinas debieran pactar la gran temporada televisiva. Para la Fiesta, como para el fútbol, la tele es su agarradero. Los del balompié marcan el paso. Los del toro están en Babia.
Por supuesto, yo, que soy un cavernícola y me gusta la vida real, no tengo problema y veré este año mi feria de Otoño en Las Ventas. Como está mandado.