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EL TOREO – Una cosa es el toreo y otra la geometría
Foto Arjona.
Una cosa es el toreo y otra la geometría
Por supuesto, la culpa es del toro. El ganadero, que antaño consiguió convertir la agresividad del bovino en la bravura del toro de lidia, ahora ha logrado que ésta se extreme hasta tal punto que su respuesta al cite de los engaños y su seguimiento de principio a fin de las suertes sean a veces tan perfectos que un cierto tipo de aficionados confunde el toreo con la coreografía. Hablas con ellos y enmudeces: que si el segundo muslo escondido, que si la ligazón por fuera o por dentro, que si la posición frontal de los pies a la embestida, que si la capacidad de la muñeca para lograr la cuadratura del toro, que si las alturas mal o bien medidas, que si el “toque” o los vuelos, que quien torea de verdad es Pepito –que no es nadie- y no Juanito –que es un figurón-. Y a uno, pobre ingenuo que creía chanelar de esto, se le pone cara de poker.
¿Merece la pena discutir y precisar las cosas? Sí, mejor entrar al trapo, no se vayan a creer estos aficionados tan listos que tienen razón. Es cierto que la perfección en la embestida de algunos toros de hoy ha logrado un toreo geométricamente impecable, pero en el toreo de hace unas décadas, ahora devualuado por el filme y por el video, había, créanme, tanto toreo o más que en el trazo del toreo presente, de una limpieza y un temple inéditos. En aquellos lances o pases imperfectos, por ejemplo enganchados por los pitones en el remate de la embestida, había mucho toreo, mientras que en los llamados pases limpios que hoy abundan puede no haber ninguno. Recuerdo la faena de Antoñete al toro de Garzón, compuesta de muletazos que llegaron al alma y fueron coreados por oles que rompían las gargantas, y también recuerdo que fue una faena de muletazos inmensos y a la postre enganchados.
Cuando sucedían no importaba, porque ante la llamarada de la embestida bien toreada no proceden las pejigueras formales. ¿Toreaban peor Bienvenida y Luis Miguel, Ordóñez o Camino, El Viti o Romero que los mejores toreros actuales? La honda expresión del toreo, el absoluto acople de la embestida a su mando, están muy por encima de su inmaculada geometría.
Además, el toreo no es una obra cerrada, asegurada en sus formas, como la coreografía de un ballet, sino una obra abierta, que se va haciendo ante nuestros ojos. Tampoco es únicamente la lucha del artista consigo mismo en busca de la expresión perfecta, como en casi todas las artes, sino una obra que el torero impone a un toro díscolo para exigirle que también traspase sus límites. Y cuando ambos lo logran al unísono, en plena conjunción el sentimiento que torea y la bravura que embiste, aunque el lance o el pase adolezcan de un defecto formal, el mencionado enganchón por ejemplo, hay toreo, toreo grande. Ninguna mácula lo puede manchar. Y la única manera de calibrar su valía es el ole, la más espontánea y sincera respuesta a la aparición del arte. El ole no se equivoca nunca y los aficionados, bastantes veces. Sobre todo dos clases de aficionados, los sabios defensores de la perfección y los fanáticos defensores de la pureza. Ambos, dos pueriles geómetras que miden el arte con una regla y un compás. Prefiero el público llano, que cuando responde al toreo con un ole no existe razonamiento que pueda llevarle la contraria.
Torero Cordobés.