El Torero
EL TORERO – La primera fila (3). ALEJANDRO TALAVANTE
por José Carlos Arévalo
Vi a Talavante en Zaragoza el día de su última corrida. Estuvo cumbre. No como cuando un torero triunfa, sino como cuando triunfa un figurón del toreo. Pero esa tarde, los maños no le echaron cuenta. Y se retiró. Y yo le comprendí. Dicen que llovía sobre mojado, que pesaban otras cosas. Me da igual, nunca he sabido qué cosas pesan a los tíos geniales. Y me cabreó que se fuera. Si hay un torero que no ha dicho su última palabra, ese es Alejandro Talavante.
Le conocí en Dax. En una novillada matinal. Él había toreado el día anterior y me dijeron que estuvo bien. Se me acercó, me dio una foto y me pidió que a publicara en 6toros6. La publiqué, era buena. Lo vi más tarde, con mi compañero, el periodista Antonio Castañares. Estabamos varios aficionados en el hotel San Joao de Deus al otro lado de la raya, pasando la tarde porque un temporal había suspendido la corrida de Victorino en Olivenza. Se habló mucho pero Alejandro no habló nada. Luego lo vi torear una tarde/noche en la plaza de Lorca. Eran tiempos de la peste aviar, los sobreros no podían volver al campo y lo mató él. Corbacho estaba entusiasmado, pero a mi no me dijo nada. Antonio se mosqueó. Pero es que él adivinaba a los toreros y yo no los veo ni a la quinta vez.
Pero sí, a Talavante lo vi pronto. Recuerdo que Antonio vino un día a buscarme y me dijo, vamos al campo, hoy vas a ver algo fuerte. Fuimos a El Ventorrillo y Paco Medina le echó dos toros. A los diez días debutaba en Madrid con la misma ganadería. ¿Cómo estuvo? Recuerdo que le dije, como hagas en Las Ventas el 10 por ciento de lo que acabas de hacer, abres la Puerta Grande. No la abrió. Pero formó tal lío que a los 15 o 20 días tomaba la alternativa, toreó ese año lo que Corbacho, adomingado, quiso: pueblos importantes pero un solo compromiso, y dinero de figura. Como el primer año de Ángel Teruel. Toreros distintos, trances iguales.
Lo que pasa con Talavante es que pone a revientacalderas Madrid y Sevilla. No una vez, sino por costumbre. Exactamente eso en las plazas que desfondan a los toreros. En la Maestranza le vi entrar en el corazón de sus aficionados por un natural, por un solo natural, por un natural que tenía metido dentro todo el toreo. Todo, desde que se inventó. Y eso a los de la calle Adriano no se les escapa. Y en Madrid, se los gana porque no es chulo pero lo parece, y cuando se la juega no lo vende, pero se la juega y triunfa. Y a los del foro les mola.
Con el capote, a veces me mosquea su listeza corbachiana, porque le puede pegar lances hasta a los de Reta, el navarro. Su actual apoderado, Joselito, también los acoplaba en la primera verónica, pero los toreaba de verdad. A ver si hablan un poquito. Pero con la muleta que no hable con nadie. No debe. Porque tiene el don del toreo, firmeza y delicadeza, plomada y temple, verdad y listeza. Es un torero de pura raza. Por eso me molestó aquello de “a ver cómo viene”, que decían los aficionados cuando volvió este año. Y cuando solo cortó una oreja en Madrid dijeron “Uy,uy,uy”. Muy inteligentes. Claro que yo juego con ventaja. Quien, como yo, haya visto la faena de Talavante a un toro de Julio Hamdam, en la Plaza México, la faena a uno de Núñez del Cuvillo, en Zaragoza, y la faena a otro de Zalduendo, en Almería, sabe que Talavante es un diamante bien pulido que está por derecho propio en la primera fila.