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OPINIÓN – En Valladolid ganó la tauromaquia
por Santos García Catalán
Que nos devuelvan lo que es nuestro. Sólo pedimos lo que, de forma áspera, como los toros difíciles, nos quitó el sectarismo de un gobierno municipal que borró de la ciudad todo lo que olía a tauromaquia.
Hace unas semanas, el coso del Paseo de Zorrilla metía a casi 14 mil almas en sus gradas y tendidos durante la feria de San Pedro Regalado, a pesar de que había fútbol y nuestro Pucela se jugaba mucho.
Motivo más que suficiente para comprobar que «Tié q’haber gente pa’tó», que diría el genio de Fernando Gómez “El Gallo”. Pues eso, también hay gente para los toros.
Hace unos días coincidíamos con José Julio Carnero en un coloquio taurino en el corazón de la Universidad de Valladolid (Facultad de Comercio). Y quién será alcalde de Valladolid para los próximos cuatro caños, con el apoyo del partido que, sin lugar a dudas, más ha defendido a la fiesta de los toros en los últimos años, nos comentaba que el Partido Popular llevaba en su programa recuperar la tauromaquia en Valladolid.
Aquella tauromaquia que León de la Riva propulsó en todos los ámbitos, siguiendo el camino que su antecesor, Rodríguez Bolaños, (sí, un socialista de pro) había mantenido durante sus mandatos.
De la Riva impulsó a Valladolid como “Ciudad Taurina”, hizo el Museo Taurino, colaboró económicamente para potenciar la feria de San Pedro Regalado y las novilladas nocturnas, y estaba presente en todas las actividades taurinas de la ciudad, haciendo honor a su titulación municipal.
Por ello, es preciso devolverle a la tauromaquia vallisoletana su estatus. Y entre otros su Museo Taurino, su título de “Ciudad Taurina”, sus trofeos taurinos que patrocinaba el Consistorio desde 1956 (San Pedro Regalado es el patrono de Valladolid y de los toreros), su apoyo económico para que puedan actuar los diestros locales y la promoción de los que empiezan con las novilladas nocturnas.
…Y el camión de riego municipal, que hasta de eso nos privaron los sectarios munícipes que han tenido maniatado al alcalde saliente y a los aficionados a los toros. ¡Anda que no daba gusto ver al camión de riego cuando aparecía por la puerta de arrastre para refrescar el albero y el ambiente seco de la solanera!
Y no estaría mal, ahora que se nos va uno de los bastiones que aguantó estoico los vaivenes de la fiesta como es Justo Berrocal con su Federación Taurina y su escuela de Rioseco, que la escuela taurina, que desde tiempos inmemoriales tuvo Valladolid, ahora, con la nueva empresa, -que viene arrollando- vuelva a renacer y el coso abra sus puertas para acoger con libertad a todo aquel que quiera ser toreo.
Sería muy interesante, además de tener las salas del antiguo museo taurino para las clases teóricas pared con pared. Y las mismas salas servirían para disfrute de los aficionados, donde se realizarían charlas, congresos, exposiciones y otras actividades en torno a la tauromaquia.
En fin, con el nuevo gobierno municipal hemos recobrado la libertad de la tauromaquia en Valladolid, callada durante ocho años. Despertemos del mal sueño y volvamos a tener una ciudad maravillosamente taurina.