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BILBAO – ROCA REY, LA OTRA DIMENSIóN

Fotos LOZANO / BMF toros / video Twitter canal toros tv

Por José Carlos Arevalo.

Dijo Juan Belmonte, “llegará un torero que cuaje a todos los toros”. Y llegó Manolete. Yo no lo vi. Pero he visto a Roca Rey desde que debutó como novillero. Y era un novillero que cuajaba a todos los novillos. Y luego le he visto desde que tomó la alternativa. Y es un matador que cuaja a todos los toros. Roca Rey, aunque su personalidad y su estilo nada tengan que ver con el monstruo de Córdoba, es el Manolete de nuestro tiempo. Un líder universal del toreo, la primera figura del toreo. 

Hoy lo ha demostrado en Bilbao. Pero no voy a hablar de lances ni de pases, ni de estocadas, ni de valor, ni de personalidad, ni del arte de torear. Al aficionado que se lo monta de exquisito le recuerdo la última serie de redondos en su último toro, lentos, bajos, largos, hondos, inigualables. Al aficionado que se lo monta de erudito le participo que la primera faena fue un homenaje callado al héroe que cayó en Linares, la misma apertura, estatuarios clamorosos; la misma parte central, naturales y redondos fajados, ligados en redondo en la línea natural de la embestida; y cierre por bernadinas o manoletinas, tanto monta; y la estocada en corto y por derecho, haciendo la cruz pero sin abandonar la línea recta marcada por la espada. Pero en su segundo, cuando salió inválido de la enfermería, el homenaje fue a Carlos Arruza: el toreo cambiado, el cite cruzado, el muletazo largo y templado, el ceñimiento absoluto, y la estocada tan pura como la otra, pero más meritoria porque el toro, con la cara por las nubes no le dejó pasar. Treta inútil. Murió sin puntilla, como el primero. De modo que Manolete y Arruza en un solo torero que solo se parece a sí mismo, y en la misma tarde. Tres orejas que debieron ser cuatro y una salida por la puerta grande del dolor. Cogido en sus dos toros, en el primero porque lo que no puede ser, no puede ser, y en su segundo porque, a veces, el azar también embiste y es certero.

Pero con ser importante lo dicho, es lo de menos. Lo que sucedió en la plaza de Vista Alegre fue el arte sublime del abismo, la paz en el infierno, el arte compartido con un toro que te quiere matar. Allí, en el abismo donde viven el grito y la sima oscura interminable, Roca Rey llevó a la plaza entera para enseñar como a la oscuridad de unas embestidas letales el toreo las ilumina con la luz del arte, un arte tan verdadero que la catarsis colectiva contagió, liberó a la plaza entera del éxtasis insoportable de un abismo torero tan sublime. Y miles de personas al unísono celebraron extasiadas, rotas por la emoción y la felicidad, esa otra dimensión de lo real que a veces se vive en una plaza de toros. Hoy ese poder taumatúrgico está en manos de Roca Rey, el peruano que ha conquistado España.

Nota: La corrida de Victoriano del Rio, muy encastada y correosa, sirvió dos toros muy buenos, el primero y el último. El Juli estuvo bien. Y Manzanares no tan bien. 

Anécdota: El presidente de la corrida, que va de aficionado serio, no tiene ni puta idea. Le negó la segunda oreja de su primer toro a Roca Rey después de un faenón catedralicio. Luego, en el sexto, pidió perdón –buen chico- y le concedió las dos del sexto toro. Aunque no fue un regalo, el torero las mereció con creces.  

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