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LA SEMAN TAURINA – San Isidro. Apuntes críticos (Vll)

Foto Plaza 1/ Alfredo Arévalo

Imperativo, la reforma de la suerte de varas

  • El toro de nuestro tiempo es fuerte, está bien saneado, ha comido bien y lo han ejercitado para la lidia. Pero tiene un problema: no está hecho, ningún toro de lidia está hecho, de esta época y de otras ya pasadas, para superar el poderoso, pesado y pertrechado caballo actual. Ni su naturaleza admite las profundas heridas inferidas desde monturas tan poderosas.
  • Las puyas actuales, por su diseño, no entran bien, violentan al toro al recargar el picador con insistencia sobre su piel, la que activa el mecanismo neurohormonal que activa la bravura, bloquea el dolor y palía el estrés del toro. Pero cuando penetra puede provocar lesiones internas, dolorosas e irreversibles, que violentan las embestidas, las destruyen o provocan la renuncia del animal. Muchas más veces de lo que se piensa.
  • ¿Cuántos caballos necesita la Feria de San Isidro? Porque sus prestaciones fueron buenas la primera parte del serial. Pero mediado este, las monturas protestaban, obedecían malamente las órdenes de los picadores, o rehusaban. Con los toros de alto tonelaje que se han lidiado, los embroques eran muy violentos y muchos caballos perdieron el sitio. Dos preguntas inocentes. ¿Qué institución pública o de la Fiesta ha ayudado al mantenimiento de las cuadras de caballos durante los dos años largos de pandemia? ¿Cuántos buenos caballos de picar se fueron al rastro para no volver?
  • El nivel de los picadores ha sido muy alto, se ha picado arriba y semidelantero, como debe ser, la mayor parte de las veces. Desconocer la buena nómina de picadores de nuestro tiempo es una de las mayores injusticias, compartida por aficionados, informadores y autoriadades de la corrida. Se lo puedo discutir al más crítico.
  • Los talibanes de la lidia son geómetras a piñón fijo. Me parece bien que se pique delante de la Puerta Grande, a contraquerencia. Sobre todo porque el picador de turno sale presto por dicha puerta y la lidia ya no cae en un maladado tiempo muerto. Solución aportada por el fallecido Vicente Zabala, cuya sugerencia fue mal recibida por el 7. Entonces, por dicha causa, gritaban a coro: ¡Zabala, tonto! Pero hoy están felices con la criticada solución.
  • Ahora, los geómetras a piñón fijo piensan que la suerte de varas debe hacerse siempre a sus pies. Al bravo y al manso, al fijo y al abanto, no importa que se necesiten trescientos capotazos para colocar al toro no por su condición sino para dar gusto a un determinado tendido. La lidia en plaza no es un tentadero. Está puesta al servicio de la bravura… y la bravura al servicio del toreo. Si Bienvenida y Ordóñez levantaran la cabeza…
  • Lo repito una vez más. La primera raya la pidieron los picadores como medida defensiva para que no los obligaran a ir a los medios en busca del toro manso. Cuando hoy la pisan en busca del toro manso o mansurrón o tardo, pero bien puesto en suerte, su labor es meritoria, por valerosa y por eficaz: evita capotazos inútiles y perjudiciales para su juego. Sin embargo, los sabios aficionados los abroncan y hasta los presidentes los multan. De listos y de burócratas, líbranos Señor.

Mañana más, que hay mucha tela por cortar. 

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