EL OJO CRITICO – San Isidro, ¿La Feria del carnicero?

San Isidro, ¿La Feria del carnicero?

Lo bueno que tiene ir al campo antes de que la temporada apriete es que ves los toros que te enseñan y, como siempre hay un descuido, ves los que no quieren enseñarte. ¿Sabe usted, estimado lector, cuáles son los toros que nadie quiere mostrar? Ni más ni menos que los anunciados para San Isidro. ¿Y sabe usted por qué? Porque da vergüenza verlos. No porque sean grandes, que son grandísimos, ni porque tengan muchos cuernos, que tienen muchísimos, sino porque suelen ser, pásmese usted, toros de formato carnicero. Pasarán sin problemas la aprobación de veterinarios y autoridades, pero es una lástima que el aficionado madrileño se quede sin ver el verdadero prototipo del toro de lidia. Los hay. Y suficientes. Y son toros, verdaderos toros.  

Elegirlos por nota, por hechuras, por reata y por el juego que han dado en años precedentes los de su divisa, era baremo, in illo tempore, de los veedores de la plaza de Madrid. Hoy, esta labor, que exige experiencia, sensibilidad y conocimiento, carece de sentido. Para el taurino que ya pasa de todo es una ingenuidad reclamar a cada hierro que envíe a Madrid seis prototipos; y para el aficionado ultra, una mariconada.  

Pero no se preocupe usted, estimado aficionado, porque a lo mejor esas moles de mierda embisten. Como ha ocurrido en las pasadas ferias isidriles con varios toros más feos que buey de carne. Sí, embistieron muchos contra pronóstico. Así que a callar.  Si a chavales desentrenados, que no se afeitan, van y los ponen con auténticas corridas de toros, como en las dos últimas novilladas venteñas, (véase en la foto), pues a callar. Si en la próxima Feria de San Isidro, decisiva dada la situación de la Fiesta, los destartalados lotes, propios de una limpieza de corrales disimulada a base de kilos, pues a callar. Y si en el toro de la plaza más influyente del mundo manda un vaquero, pues a callar. 

Así que no se preocupen, yo también me callo.