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El Sector

LA EMPRESA – ¿Qué pasa en Bilbao?

Imagen de retransmisión canal toros tv

Pasa que la gente va a los toros cuando merece la pena. Fue el 25y el 26 de agosto atraída por dos cartelazos. Y cuando los carteles no interesaban se queda en casa. Además podía ver las corridas en la tele.

Nada que objetar a esta jodida respuesta. Sin embargo, se puede matizar más. Lo sucedido en Bilbao es aplicable, no de una manera tan extrema, al resto de España. Cuando alternan las máximas figuras, lo habitual (Madrid y Sevilla aparte) es tres cuartos de plaza es el mejor de los casos. Con el resto de toreros, la media plaza aparente es un triunfo. ¿Por qué?

Hay una sola causa. La tauromaquia lleva algo más de dos décadas expulsada de la información. Fundamentalmente de los medios de masas (Canales de TV generalistas y la radio). Y como el axioma «lo que no sale en la tele no existe» es una verdad como la copa de un pino, pues la fiesta de los toros vive hoy dentro de un gueto (eso sí, inmenso) solo poblado por aficionados. Y estos no son suficientes para llenar las plazas. Siempre se ha dicho que a los toreros figuras le diferencia del resto de los toreros en que estos solo llevan aficionados a la plaza, y ellos, a los aficionados y…a todos los demás.


Bajo esta realidad habría que preguntarse si los carteles de Bilbao estaban bien hechos. Si para la empresa era el momento de permitirse el lujo de marginar a Diego Urdiales, el torero de Bilbao. Y qué habría pasado si a los diestros contratados se les hubiera acartelado con explícitas intenciones competitivas o complementarias, que la gente entendiera. No tienen en cuenta los taurinos y los aficionados que hoy, para el público en general, los carteles de toros están escritos en chino. Si hoy, pongo por caso, damos un paseo por la Gran Vía de Bilbao con Roca Rey al lado, ¿cuántos transeúntes lo reconocerían al pasar?Y estamos hablando de la primera figura del toreo, el único torero taquillero.


El diagnóstico de la situación taurina de Bilbao es similar al del resto de España. Y las recetas para curar la enfermedad son las mismas, múltiples, muchas complementarias. Lo malo es que hoy abundan, en Bilbao y alrededores, los carteles sin receta. Seguiremos elucrubrando.


José Carlos Arévalo.

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