MADRID – 13ª de feria. Tarde de cosas raras y de Francisco Espada y de Román

por José Carlos Arévalo

Voy a Las Ventas y veo cosas raras. Por ejemplo:

-Todos los toros, unos más y otros menos, son bravos en el caballo.

-Todos los toros, aunque les señalen el primer puyazo, sangran hasta la pezuña antes de recibir el segundo.

-Casi todos los toros no salen del tercio de varas atemperados, ni acabados, ni crudos, sino cabreados.

-Los toros de Algarra, provenientes del Batán, habían perdido muchos kilos y al corrido en segundo lugar, no sé si sardo o berrendo en colorao, le descubrieron en el desolladero una neumonía aguda. Era un superclase que de pronto se paró. Ahora sabemos por qué.

-Los toros de Montalvo tampoco sé si habían dormido en el Batán, tanto ellos, los salmantinos, como sus colegas andaluces, tenían las mismas intenciones bravas y las mismas embestidas locunas. 

-En Las Ventas todos los caballos de picar son buenos, y a pesar de recibir acometidas muy fuertes, ninguno ha protestado ni perdido el sitio. Algún día habría que premiar a Equigarce, la cuadra.

-Los picadores están picando razonablemente bien, ninguno se ha cebado con el toro. Y a muchos, después de haber hecho la suerte con corrección, en el sol les gritan, “¡picador, qué malo eres!

-Casi todos los presidentes se ciscan en el público y dan las orejas cuando les sale de los cojones. Hoy el Usía le ha negado una a Francisco Espada por la misma razón que se la ha concedido a Román.

-Casi todas las faenas son largas, y, salvo las buenas, aburren a la ovejas.

-Hoy se ha comprobado que el toreo de muleta ha alcanzado un alto nivel. Pero que el toreo de capa está bajísimo. 

-Hay cosas más cabreantes que raras. El Payo lleva un mes en España matando toros a puerta cerrada (y pagándolos) para torear en Madrid, y luego sortea dos toros locos de remate. 

-Román cortó una oreja de mérito a un toro muy astifino, muy entero, con embestidas saltarinas y dislocadas. Y en su primero también estuvo hecho un tío. Pero el domingo le toca otra vez estar hecho un tío con los “adolfos”. Dura lex.

-Francisco Espada (le quito lo de José porque es muy largo para un torero) podría haber salido a hombros por la Puerta Grande, pero el presidente le robó la oreja de su primer toro y su fallo conla espada le quitó la oreja de su segundo. En cambio se fue al hospital con dos cornadas de 15 centímetros. Una alcanza el pubis y la otra bordea el recto. Y de eso no se enteró nadie. Y menos los informativos de televisión, que no dirán ni pío. Los toreros empiezan a ser en España los héroes del silencio. Qué país, Miquelarena.