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El Torero

TOREROS DEL MOMENTO – Contra Roca Rey

Derechazo excepcional de Roca Rey

Nadie habla mal de Roca Rey… porque nadie quiere hacer el ridículo. Pero todos los aficionados oficialistas silencian a Roca Rey, lo que es una malintencionada anomalía, porque se trata del torero más arrollador de este último lustro. 

No hablar de Roca Rey implica descalificar tácitamente lo que explícitamente no se puede argumentar. Es algo muy común en los aficionados oficialistas, una grey conservadora, siempre añorante de tauromaquias rancias, que en su día fueron innovadoras y que, por tanto, los aficionados oficialistas primero desdeñaron, y después, cuando los hechos demolían sus opiniones,  silenciaron.  

Las actuaciones del torerazo peruano en Sevilla y Madrid han sido memorables. En la Maestranza la sinrazón de negarle las orejas para que no pudiera abrir la Puerta del Príncipe fue repelida por el público a almohadillazo limpio.

Roca Rey en la citada tarde del 6 de Mayo

En Madrid, la carcundia y su presidente en el palco respiraron tranquilos cuando Andrés se puso a pinchar –curioso, con otra técnica y a otra distancia que las de sus infalibles volapiés-, lo que les libró de tragar la bilis de tener que asumir lo imparable.

Estatuario ceñidisímo en su primera tarde en Madrid
Manso de libro embistiendo con el pitón contrario, al que Roca Rey con su raza de figura finalmente le impuso su ley

No creo que la actitud de las minorías rancias del toreo tenga nada que ver con la xenofobia. Aunque sorprende la frialdad que se percibió en la plaza de Madrid hacia los toreros mexicanos, desde la mal premiada actuación de Joselito Adame hasta la frialdad para con Arturo Gilio, que ha protagonizado la mejor tarde de un novillero en San Isidro, o por lo menos similar a la de Álvaro Alarcón. No, no es xenofobia sino carcundia taurina, cultural y, puede, que hasta patológica. Es el eterno odio del aficionado talibán madrileño a las figuras del toreo, conducta que se podría psicoanalizar.

No creo que la frase de Rafael Guerra “Guerrita”, hace ya más de 120 años, diciendo “En Madrid aquel la toree San Isidro” , o la menos radical de Ignacio Sánchez Mejías, “En Madrid, poquitas y a triunfar”, tengan que ver con la xenofobia. A Roca Rey le pasa lo que siempre les ha pasado a las figuras más innovadoras. Desconciertan a los viejos aficionados porque desmontan sus viejas certezas. Descorazonan a los toreros retirados que no fueron figuras porque les demuestra lo que deberían haber hecho para serlo. Desmoralizan (secretamente) a los críticos porque les desmonta el edificio muy bien cuidadito de su ideología taurina. Por eso, a Roca Rey le pasa lo que le pasó a Joselito, a Belmonte, a Domingo Ortega, a Manolete, a El Cordobés y a Paco Ojeda, que los recibieron a la contra y los repudiaron porque abolían las siempre cómodas viejas certidumbres. 

Manuel Rodríguez «MANOLETE»
Roca Rey antes de su comparecencia en la feria de Córdoba.
Foto Teseo Comunicación
Andrés «ROCA REY»

¿Qué certidumbres destruye el toreo de Roca Rey? Me cabrea descubrírselo a los aficionados malunos y la crítica rancia. Por eso, ahora me callo. Pero dentro de poco se lo vamos a explicar a los hipersensibles enemigos del gran torero peruano.

José Carlos Arévalo    

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